Karma: Causa y Efecto (en sánscrito) Causalidad, Ley de causa y efecto. Acción intencional o volición. Semilla. Condicionamiento.
Según el budismo, toda acción intencionada (karma) crea uno o varios efectos que aparecen cuando las circunstancias son proclives, a lo que se llama maduración (vipaka) o fruto (phala). El karma en aplicación a la doctrina budista se refiere a cualquier acción de habla, cuerpo o pensamiento. Por tanto los movimientos ajenos a la volición o la intencionalidad - como ocurre en el caso de actos reflejos - son neutrales kármicamente. Sin embargo, cualquier movimiento de la voluntad es karma aunque no sea consciente.
El "buen" y "mal" karma se distingue de acuerdo a la raíz de las acciones. En el Kukkuravatika Sutta Buda clasifica el karma en 4 grupos:
1 - oscuro con resultado oscuro.
2 - brillante con resultado brillante.
3 - oscuro y brillante con un resultado oscuro y brillante.
4 - ni oscuro ni brillante con un resultado ni oscuro ni brillante.
La oscuridad (el mal) no puede dar lugar a un brillante (feliz) resultado, pero aun así el karma puede estar mezclado debido a una variedad de motivos buenos y malos.
El karma en el budismo explica también las diferencias por las que los seres tienen una vida más o menos larga, riqueza, belleza, salud o sabiduría. En el Cula-kammavibhanga Sutta Buda explica que estas cosas no existen por casualidad sino por el karma. El karma es una ley para explicar un mecanismo en el que está ausente un ser consciente que juzgue. Así, en el Mahakammavibhanga Sutta Buda explica los 4 tipos de personas que deben distinguirse respecto al karma y su destino previsible:
1 - quien hace el mal y va a un infierno, estado de de privación o un renacimiento inferior.
2 - quien hace el mal y va a un cielo, estado feliz o renacimiento superior.
3 - quien hace el bien y va a un cielo, estado feliz o renacimiento superior.
4 - quien hace el bien y va a un infierno, estado de de privación o un renacimiento inferior.
Nótese que cielo e infierno no están expresando exclusivamente el destino tras la muerte, sino estados luminosos y felicidad o bien de oscuridad e infelicidad, que existen también en vida como efectos de acciones previas. El mecanismo del karma supone por tanto un reflejo bastante fiel de la realidad, no siempre considerado justa y en donde a las acciones buenas o malas no les sucede siempre el efecto deseado.
La doctrina de karma budista no es totalmente determinista ni fatalista. Karma no significa destino ni predeterminación, ya que no existe un automatismo ciego en la voluntad respecto a las tendencias mantenidas y no es posible anticipar que ocurrirá. La práctica budista además permite tomar observación y consciencia de este funcionamiento para ocasionar un distanciamiento respecto a esas tendencias. El karma no se debe entender como castigo al igual que tampoco lo hacemos, por ejemplo, con el ADN. Karma es una más de las cinco tipos de condicionalidad o procesos lógicos del Universo (niyamas). Condicionalidad
1. inorgánica
2. orgánica
3. psicológica
4. moral
5. trascendental
Estos tipos de condicionalidad son impersonales y no hay intervención divina en ellos. Del mismo modo que la ley de la gravedad no requiere intervención divina. Algunos tipos de condicionalidad son inmutables: ni siquiera un Buda puede escapar de ser afectado una vez que ya nació y tiene un cuerpo.
tarot, numerología, astrología, hidromancia, radiestesia, investigadora PSI-KAPPA, colaboradora TV
miércoles, 21 de noviembre de 2007
sábado, 15 de septiembre de 2007
Enseñanzas basicas del budismo
El propósito del Budismo es la erradicación definitiva del sufrimiento, insatisfacción vital, o descontento que se manifiesta de manera inevitable en uno u otro momento de la vida. Acorde al pensamiento budista, la causa de la insatisfacción (frustración, tensión, etc...) es el deseo (“sed” entendido como los movimientos de la voluntad para la aproximación o el rechazo, surgiendo aferramiento, aversión, temor, etc...).
Todas estas “pasiones” se desarrollan por un "yo" que es vivido como totalmente existente y que de ese modo los padece. Pero debido a que el "yo" es una entidad que depende de varios factores para poder existir, es considerado en el budismo como una ilusión que depende de ellos. Es por tanto un efecto que surge de la “ignorancia”, es decir, de una percepción errónea de la vida, la existencia y el ser. El "yo" es por tanto mantenido como el resultado de un proceso continuo de cinco agregados que varían a cada instante.
El cese definitivo de este problema se da, según el budismo, tras el “despertar”, que ocurre como resultado del cultivo (Bhavana) de las enseñanzas de Buda. Este despertar supone el cese de una errónea posición respecto a la realidad y la vida. Este cese se produce según algunas escuelas budistas mediante un aprendizaje progresivo y según otras mediante un aprendizaje centrado en la intuición y la espontaneidad. Ese cese (Nirvana) implica que la persona “se da cuenta” por él mismo de manera directa de la verdadera naturaleza de la realidad y de él mismo. El despertar consiste pues en la experiencia directa más allá del entendimiento intelectual de que los objetos y fenómenos de la realidad (incluida la propia persona) no existen exactamente de la manera en que eran vividos anteriormente.
Esta experiencia de transformación lleva a un nuevo estado no expresable con conceptos o palabras; en donde se alcanza el potencial innato “desvelando” una profunda e inherente sabiduría y compasión por todos los seres vivos.
Al ser imposible explicar con el lenguaje este nuevo estado, las enseñanzas resaltan que sólo pueden señalar o indicar al seguidor cómo alcanzarlo por sí mismo. Con este fin, el budismo prescribe un método, o “camino”, con el que se intenta evitar los extremos de una búsqueda excesiva de satisfacción por un lado, y de una mortificación innecesaria por el otro. Este camino comprende la sabiduría, la conducta ética y el entrenamiento o cultivo de la “mente y corazón” por medio de concentración, atención y la plena consciencia del instante presente de manera continua.
Todas estas “pasiones” se desarrollan por un "yo" que es vivido como totalmente existente y que de ese modo los padece. Pero debido a que el "yo" es una entidad que depende de varios factores para poder existir, es considerado en el budismo como una ilusión que depende de ellos. Es por tanto un efecto que surge de la “ignorancia”, es decir, de una percepción errónea de la vida, la existencia y el ser. El "yo" es por tanto mantenido como el resultado de un proceso continuo de cinco agregados que varían a cada instante.
El cese definitivo de este problema se da, según el budismo, tras el “despertar”, que ocurre como resultado del cultivo (Bhavana) de las enseñanzas de Buda. Este despertar supone el cese de una errónea posición respecto a la realidad y la vida. Este cese se produce según algunas escuelas budistas mediante un aprendizaje progresivo y según otras mediante un aprendizaje centrado en la intuición y la espontaneidad. Ese cese (Nirvana) implica que la persona “se da cuenta” por él mismo de manera directa de la verdadera naturaleza de la realidad y de él mismo. El despertar consiste pues en la experiencia directa más allá del entendimiento intelectual de que los objetos y fenómenos de la realidad (incluida la propia persona) no existen exactamente de la manera en que eran vividos anteriormente.
Esta experiencia de transformación lleva a un nuevo estado no expresable con conceptos o palabras; en donde se alcanza el potencial innato “desvelando” una profunda e inherente sabiduría y compasión por todos los seres vivos.
Al ser imposible explicar con el lenguaje este nuevo estado, las enseñanzas resaltan que sólo pueden señalar o indicar al seguidor cómo alcanzarlo por sí mismo. Con este fin, el budismo prescribe un método, o “camino”, con el que se intenta evitar los extremos de una búsqueda excesiva de satisfacción por un lado, y de una mortificación innecesaria por el otro. Este camino comprende la sabiduría, la conducta ética y el entrenamiento o cultivo de la “mente y corazón” por medio de concentración, atención y la plena consciencia del instante presente de manera continua.
martes, 10 de julio de 2007
La historia del budismo (2)
El budismo se ha ido implantando en muchos países sin entrar en conflicto directo con las religiones autóctonas, sino en muchos casos, intercambiando influencias. A diferencia de otras religiones el budismo no conoce la noción de guerra santa, la conversión forzada, ni tampoco considera la noción de herejía como algo siempre pernicioso. Aunque han existido algunos episodios históricos de enfrentamientos violentos por cuestiones de doctrina o de acoso a personajes disidentes o algunas minorías, éstos son excepcionales para una religión que se convirtió en la mayoritaria de Asia durante un recorrido histórico de 2.500 años. El pluralismo de enfoques y la aceptación de distintos puntos de vista doctrinales ha sido históricamente algo compartido y aceptado en la comunidad budista. En los países de Occidente el número de budistas ha crecido significativamente en los últimos 50 años. En Estados Unidos el budismo tiene una gran implantación con unos 6 millones de seguidores.
A pesar de una enorme variedad en las prácticas y manifestaciones, las escuelas budistas comparten principios filosóficos comunes. El estudio más profundo y la práctica más intensa, solía limitarse en oriente a las órdenes monásticas. En la actualidad sólo el budismo theravāda tiene un énfasis en la vida monástica a detrimento de la vida laica. Las otras corrientes desarrollan y elaboran sobre determinados aspectos del budismo original de la India.
Todos los elementos de las enseñanzas filosóficas fundamentales se caracterizan por estar estrechamente interrelacionados y contenidos en otros, por lo que para alcanzar su entendimiento se necesita una visión holística de su conjunto. Además, se suele subrayar el hecho de que todas las enseñanzas son solo una manera de apuntar, guiar o señalar hacia el Dharma, pero del cual debe darse cuenta el mismo practicante. El Dharma solo puede ser experimentado o descubierto de manera directa a través de una investigación y disciplina práctica personal.
Dharma (en sánscrito, significa: soporte, apoyo, lo que mantiene, la ley, la verdad, la auténtica naturaleza de la realidad, el camino), los Fundamentos budistas son la base de las enseñanzas del budismo.
A pesar de una enorme variedad en las prácticas y manifestaciones, las escuelas budistas comparten principios filosóficos comunes. El estudio más profundo y la práctica más intensa, solía limitarse en oriente a las órdenes monásticas. En la actualidad sólo el budismo theravāda tiene un énfasis en la vida monástica a detrimento de la vida laica. Las otras corrientes desarrollan y elaboran sobre determinados aspectos del budismo original de la India.
Todos los elementos de las enseñanzas filosóficas fundamentales se caracterizan por estar estrechamente interrelacionados y contenidos en otros, por lo que para alcanzar su entendimiento se necesita una visión holística de su conjunto. Además, se suele subrayar el hecho de que todas las enseñanzas son solo una manera de apuntar, guiar o señalar hacia el Dharma, pero del cual debe darse cuenta el mismo practicante. El Dharma solo puede ser experimentado o descubierto de manera directa a través de una investigación y disciplina práctica personal.
Dharma (en sánscrito, significa: soporte, apoyo, lo que mantiene, la ley, la verdad, la auténtica naturaleza de la realidad, el camino), los Fundamentos budistas son la base de las enseñanzas del budismo.
jueves, 7 de junio de 2007
La historia del budismo.
El budismo se desarrolló a partir de las enseñanzas difundidas por su fundador, Siddhartha Gautama, alrededor del siglo V a. C. en el noreste de la India. El budismo inició una rápida expansión hasta llegar a ser la religión predominante en India en el siglo III a. C. En este siglo, el emperador indio Asoka la hace religión oficial de su enorme imperio, mandando embajadas de monjes budistas a todo el mundo conocido entonces.
El budismo ha significado un motor principal en la difusión de la escritura, el lenguaje y la adopción de valores humanistas y universalistas. Es por tanto la gran filosofía de Asia porque su práctica ha logrado expandirse a la totalidad de sus países. Desde el siglo pasado se ha expandido también por el resto del mundo. Al carecer de una deidad suprema pero mostrar a la vez su carácter salvífico y universalista, ha sido descrita también como fenómeno transcultural, filosofía, o método de trasformación.
Hay certeza histórica y científica sobre la existencia del Buda Gautama, originalmente llamado Siddharta Gautama y conocido después también como Śākyamuni o Tathāgata. Se sabe que provenía de la segunda casta hindú, la kṣatriya, compuesta de guerreros y nobles. No obstante, algunos estudiosos como Andreu Bareau afirman que no es posible saber con exactitud si era un príncipe o un noble.
La vida y enseñanzas de Gautama se transmitieron de manera oral hasta la primera compilación escrita del budismo, llamada el Canon Pāḷi, donde los hechos de su vida aparecen de manera dispersa. Pero no existirá una compilación biográfica completa hasta bastantes siglos después, siendo la más reconocida la del maestro y erudito indio Aśvaghoṣa que vivió en del siglo I de Nuestra Era.
Los relatos sobre la vida de Siddhārtha están mezclados con mito, leyenda y simbolismo. Más allá de su simple interés biográfico, estas historias son vistas como una guía para la vida de sus seguidores, en la que los diferentes episodios clave constituyen metáforas de los procesos de crisis y búsqueda espiritual del ser humano. Además de la recopilación sobre su vida como Siddhārtha, existen también relatos sobre sus vidas previas llamadas jatakas.
Los Jatakas tienen una base folclórica y tradicional, y se suelen usar de manera complementaria para ejemplificar la atemporalidad de la búsqueda de la iluminación que protagonizan todos los seres. En estos relatos Buda aparece como un bodhisattva; alguien que atraviesa obstáculos a través de varias vidas en el camino hacia el Nirvāna.
Los Cuatro Encuentros fueron, según la tradición, una de las primeras contemplaciones de Siddhārtha. A pesar de las precauciones de su padre, alcanzó a salir del palacio en cuatro ocasiones en las que vio por primera vez en su vida a un anciano, a un enfermo, a un cadáver y por último a un asceta, realidades que desconocía personalmente.
A los 29 años, después de contemplar los cuatro encuentros, decidió iniciar una búsqueda personal para investigar el problema del sufrimiento. A esta decisión se le llama La Gran Renuncia. Se unió al entonces numeroso y heterogéneo movimiento hindú de los sramanas (‘vagabundos religiosos mendicantes’), renunciando a todos sus bienes, herencia y a su posición social, para seguir prácticas religiosas y ascéticas.
Siddharta se dio cuenta, después de casi matarse de hambre a causa de un estricto ascetismo, que la moderación entre los extremos de la mortificación y la indulgencia lograba incrementar sus energías, su lucidez, y su meditación. Con este hallazgo, que llamó Camino medio, comió algo y se sentó bajo una higuera Bodhi, una especie sagrada en la India, con la promesa de no levantarse hasta hallar la solución al sufrimiento y ser un Buda. Esto ocurrió en la localidad de Bodhgaya, cerca de Benarés, que actualmente es un sitio sagrado de peregrinación budista.
Siddharta atravesó distintas etapas de meditación. En la primera parte de la noche logró el conocimiento de sus existencias anteriores (pubbe nivasanussati ñana), durante la segunda parte de la noche alcanzó el conocimiento de ver seres morir y renacer de acuerdo con la naturaleza de sus acciones (cutupapata ñana) y durante la última parte de la noche purificó su mente (asavakkhaya ñana) y tuvo un entendimiento directo de las Cuatro Nobles Verdades (cattari ariya-saccani).
Como última prueba se presentó Mara (la tendencia a la maldad en seres samsáricos, a veces interpretado como demonio), quien hizo una serie de tentaciones. Sin embargo, Sidarta no cayó en estas tentaciones, con lo que logró ser libre del aferramiento a las pasiones pero sin represión de estas (destruyendo la cuarta y quinta cadena del samsara).
Al final, conoció que había logrado un estado definitivo de "no-retorno" al que se llama Nirvāņa, que significa ‘cese (del sufrimiento)’ pero que no es posible describir claramente con lenguaje. En ese momento dijo "hecho está lo que debía hacerse". Tras alcanzar la iluminación, dedicó su vida a propagar sus enseñanzas en el norte de la India.
La iluminación de Gautama es el punto de partida histórico del budismo, y parte de la enseñanza de que alcanzar el Nirvana es posible; todos los seres humanos tienen el potencial de lograr un cese del sufrimiento y comprender la naturaleza bodhi.
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